jueves, 10 de diciembre de 2009

Bajo Esa Sonrisa [Capítulo 7]


7.    ¿Has visto alguna vez la luz al final del túnel?

Los días que siguieron fueron terribles, no quería saber nada de nadie, quería encerrarme en un cuarto oscuro para llorar hasta quedarme sin lágrimas, y así sacar todo lo que el recuerdo de Ángel me provocaba… pero no podía.

30 de agosto

Tenía que seguir con mi vida, nunca antes había deseado volver a Ciudad Sin Nombre como esos días, el último día que pase en Pueblo Austero me fui con mis primas y amigos a nadar, pensé que estar en el agua me haría bien, eso hasta que me di cuenta que los amigos de mis primas habían invitado a Ángel.

“Si me ahogara ahora ya no tendría que sufrir más por él ni por nadie” pienso mientras me sumerjo… pero me parece estúpido, soy firme creyente de que al morir hay que dejar un cadáver atractivo, y por ahora no conozco ningún método de suicido que permita que eso suceda… además no quiero sufrir el día de mi muerte…

Creo que lo mejor es no pasar tiempo a solas con mis pensamientos extraños, así que voy a permitir que René y Ángel me llenen la cabeza con sus ideas sobre lo que deben hacer para el baile y lo que planean para mi despedida; me parece que ir a comer Tempura es una buena idea, es una de esas que me hacen sentirme mejor.

Afortunadamente Ángel se fue con sus amigos y me libré de él durante el viaje de regreso; como la casa de Carmen sólo tiene un baño y todas nos íbamos a meter a bañar, decidí irme a la casa de mi abuelita, después de bañarme y quejarme por no llevar nada para amarrarme el cabello, porque siempre se me esponja demasiado, me despedí de mi abuelita y me dirigí hacia la casa de Carmen, al otro lado del pueblo.

Me encontré con Gabino cuando aún me faltaba medio camino, él me saludo y me dijo:

-Te habla Andrés

Fue en ese momento que me percate de que Andrés estaba prácticamente a mi lado; le sonrío mientras le digo

-Hola, ¿Me hablas?
-Hola, no- contesto mientras me miraba y sonreía
-¡Pero dale la mano y un beso!- oí gritar a Gabino detrás de mí.

Andrés me tendió la mano y me beso en la mejilla al tiempo que me preguntaba

-¿Cómo estás?
-Bien, gracias… oye… ¿El otro día si me hablabas?
-Jajaja ¡no!, me dio mucha pena cuando Brenda y Gabino gritaban ¡Andrés te habla Kurumi!
-¡Sí a mi también! Pero ya aprendí a no hacerle mucho caso a Brenda.

Estuvimos platicando casi una hora, empezó a oscurecer; Andrés señala el cielo, mientras me dice:

-¡Mira! Una estrella fugaz…
-Se mueve muy lento… ¿será una estrella fugaz?
-Pues yo creo… ¿Qué más puede ser?
-No sé… ¿Un OVNI? Ya he visto muchas así
-Jajaja ¿Cómo un OVNI?
-¡Sí! Viene a dominar el mundo o algo así…
-Yo sí creo que es una estrella fugaz…
-Bueno, es una estrella fugaz… ¡Pide un deseo!

Cierro los ojos, sólo se me ocurre desear “Ya no tener más miedo” que creo que es lo que siento en este momento, miedo mezclado con la posibilidad de que me vuelvan a lastimar… si no es eso no sé por qué temo más que nunca, este momento al lado de Andrés. Noto su mirada… esa mirada tan profunda que parece querer atravesar mi cabeza y leer mis pensamientos, esa mirada que me hace sonreír de manera involuntaria... volteo a verlo y el desvía la mirada…

-¿Qué pediste?- le digo- no, no me digas, que si no, no se hace realidad…
-Oye Kurumi… ¿Te puedo hacer una pregunta?- me dice mientras mira mis ojos y trata de leer mi mente…

Mi prima Karen me dijo hace un año que Andrés había dicho que yo le gustaba, así que intuí lo que me iba a decir, aún así, y a pesar de mi miedo, le dije que sí…

-Es que… me dijeron que yo te gustaba… y quería saber si era verdad… porque tú también me gustas…- dijo mientras sonreía con miedo y aguardaba mi respuesta…

¿Has sentido alguna vez cómo toda la tristeza que sentías desaparece por unas pocas palabras, una mirada y una sonrisa?
Yo sí.


Kurumi
Ciudad Sin Nombre
Noviembre de 2009

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