lunes, 28 de octubre de 2013

Querido Diario:

Me he dado cuenta que últimamente abundan los diarios tipo "El diario de Fulanito Extraño"; los que he ojeado empiezan más o menos igual: "alguien me regaló un diario y la verdad creo que es una tontería escribir uno, así que probablemente no escriba jamás", después te das cuenta que Fulanito ya lleva 5 diarios y asumes que descubrió las maravillas de tener uno.

Ustedes saben que yo empecé a escribir diarios a los 14, y desde entonces sigo escribiendo. Ya no tanto como antes, conforme pasa el tiempo escribo cada vez menos, ya sea porque no tengo tiempo o porque me resulta difícil sacar mis ideas y ponerlas en el papel. 

Pero bien lo escribió Ana Frank "el papel es paciente". Los que me conocen saben que su diario fue el primer libro "grande" que leí, el primero que fue por voluntad propia y el responsable de que lleve más de 10 años escribiendo. Y los que faltan, espero.

De los diarios que se han publicado en la actualidad, enfocados a públicos más jóvenes donde se abordan temas escolares y adolescentes. Diarios ficticios después de todo, niños que te cuentan su día a día y lo mucho que odian a la supermegapopularestrelladelaescuela, o lo mucho que aman a la niñamásbonitaquejamásvaaexistirperoquenosabequeellosexisten. Lo normal. 

Yo escribía así, tal vez por eso mismo escribo tan poco últimamente, empecé a escribir más ideas y reflexiones que las cosas x que me pasaban en mi día a día; es más difícil profundizar en esas cosas, y hay algunas barreras. Pero aún así, está ese momento en que te recuerdas que escribes sólo para ti, y lo sacas todo, ese momento tan bonito en que por fin sacas eso que te quieres ocultar a ti misma; y lloras, vaya que lloras, pero entonces sabes que está funcionando.

Los diarios como terapia han sido bastante útiles, obvio siempre se necesita a esa persona que te diga "no, pero es que tú", pero a veces escucharte a ti misma, leer tu historia nuevamente y darte cuenta sola de las cosas, para entonces contrastarlo con la opinión de los expertos. Esas son las cosas que me gustan.

Regresando al punto: Ana esperaba que su diario quedará como constancia de lo horrible que fue la guerra, es por eso que se publicó. Mis diarios sólo son la prueba de lo mucho o poco que he cambiado en los últimos 10 años, no están hechos para que las demás personas los lean, o para que saquen sus conclusiones de ellos. Son más bien un recordatorio [para mi] de todo lo que he tenido que pasar para llegar a donde estoy ahora.

Con amor, Sandy.

domingo, 13 de octubre de 2013

Irreal

Viene del latín: ireal, que significa "no puedo creerlo".

Hay dos clases de "Irrealidades": las que nos imaginamos y las que no podemos creer que pasaran. 

Hoy hablaremos de las segundas, ese sentimiento de irrealidad que en  ocasiones se mezcla con la realidad y nos deja confundidos y sin poder creer las cosas a nuestro alrededor.

Puede ser bueno o malo, una maravillosa noticia a mitad de la noche, a medio día, en cualquier momento que te hace preguntarte si estás teniendo un sueño maravilloso. Por la noche no puedes volver a dormir, temes que de verdad sea un sueño. En la tarde buscas que te pellizquen, sólo para estar seguro.

El sentimiento de irrealidad puede llegar a ser muy placentero, te hace volver a creer en la magia, unicornios y todo lo bonito que puede ofrecer este horrible y podrido mundo. Pero, como todo. Tiene dos lados.

Una terrible noticia a mitad de la noche, a cualquier hora del día. Un sólo instante que te hace desear estar soñando. Vuelves a dormir convencido que cuando despiertes resultará que todo es una horrible pesadilla. Momentos que te hacen darte cuenta que la vida no es tan maravillosa como te quieres hacer creer.

Supongo que en algún momento de nuestras vidas todos hemos experimentado o experimentaremos ambos, muchas veces a lo largo de nuestra vida, y cada vez será igual que la primera, o mejor, o peor.

Y ya olvidé a dónde quería llegar con ésto. Bye.