domingo, 23 de diciembre de 2012

Hoy es Noche Buena...

... y mañana Navidad. *mira el calendario* oh, creo que no.
En realidad vine a desahogarme un poco, que es lo que se supone este lugar es, un lugar de desahogo de penas y alegrías, y pasado mañana es Noche Buena, así que tengo algo que decir.

No es mi entrada navideña [con lo poco que he escrito este año probablemente ni entrada navideña haya], pero si tiene que ver un poquito con la Navidad.

En abril, el 4 de abril, perdí a una de las personas que se estaban volviendo importantes en mi vida, un hecho que afectó a toda mi familia porque [aunque sea un poco] era importante para todos, lo conocíamos, lo vimos crecer, lo vimos unir a la familia y formar parte de ella, mi familia lo adoptó y él adoptó a mi familia. Y nos hacía bien.

Perderlo fue la cosa más inesperada y trágica que nos pasó en el año, pensar que sólo un día antes lo habían visto, un día antes había hablado con él... y al llegar la noche enterarte que nunca más lo volverías a ver; esas cosas te dejan marca. Una marca que no se quita de la noche a la mañana ni con el paso de los meses o los años, e igual y no se trata de "superarlo" sino de aprender a vivir con eso, sin él.

Hoy escribo porque mis primos ya empezaron a hablar de que es la primera Navidad sin él, y temo que mi Navidad esté rodeada de llanto, recuerdos y más llanto. No digo que esté mal recordarlo, porque lo recuerdo todos los días; pero, a mi parecer es mejor celebrar, para que él pueda vernos felices y pueda descansar en paz. Porque a él no le gustaba vernos llorar, o vernos tristes, y se preocupaba por nosotros así como nosotros por él.

Perderlo me enseñó que hay cosas peores que un corazón roto, que el mundo no se detiene cuando alguien muere y que tú no debes detenerte. Aprendí que no llorar a alguien no quiere decir que no lo quieras, sino que tratas de vivir la vida que a él le gustaría que llevaras; pero principalmente aprendí a decir lo que siento, porque la vida es corta, y a veces simplemente se va.

Mi primera Navidad aprendiendo a vivir sin tu presencia. No sin ti, porque sé que siempre estás conmigo, con nosotros.