1. PESADILLA
Frank se despertó sobresaltado otra vez. Las pesadillas que lo atormentaban desde que salió de la casa de su abuela el día del funeral de su madre cada día se volvían más intensas y no le permitían descansar correctamente.Miró con tristeza a su alrededor, se hallaba en el barracón de la Quinta Cohorte rodeado de sus compañeros, pero nunca se había sentido más solo.
Ya ni siquiera recordaba el sueño que estaba teniendo, había muchas explosiones, gritos y muerte por todos lados; le preocupaba estar viendo el futuro, pero una parte de él sabía que en realidad estaba viendo el pasado. La guerra en la que su madre había muerto por salvar a sus compañeros, la que había hecho que ahora estuviera en ese lugar tan alejado de casa.
Alejó esos pensamientos de su mente, pensar en su madre le enojaba y entristecía, no podía permitirse llorar por ella frente a la legión y mucho menos sacar su furia contra personas que no tenían la culpa de la situación; decidió que ya no podría conciliar el sueño nuevamente, salió del barracón y se dirigió a los baños, tal vez si iniciaba sus tareas desde temprano tendría más tiempo para una siesta por la tarde.
Le estaba costando un poco adaptarse a la vida en la Legión, y el hecho de no dormir bien le estaba afectando más de lo que estaba dispuesto a admitir, pero no podía quejarse: ahora su vida era esta. Su padre (algún Dios del Olimpo que todavía no lo reconocía) había hecho que ese fuera su lugar.
Tal vez su realidad no fuera mejor que las pesadillas, pero al menos había algo en este lugar que hacía que las cosas valieran la pena. Sonrió cuando vio a Hazel en la distancia, parecía que el día no estaría tan mal después de todo.
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